Abstract
La libertad no coincide con el libre arbitrio, la capacidad de elegir entre alternativas diversas y contingentes. No es la variedad de opciones lo que incrementa la voluntariedad y libertad del querer, sino la índole de los bienes, siempre preferibles cuando coinciden en un solo objeto, y no repartidos entre alternativas opuestas a elegir. De ahí que los bienes mayores y más libremente queridos sean aquellos sin alternativa, únicos, necesarios y, como tales, inelegibles y nunca escogidos.