Abstract
Este artículo explora la situación que enfrentaron los llamados realistas durante la Independencia en la Nueva Granada y su lenguaje de amor y subordinación al rey, a través del cual ratificaban su pertenencia a la comunidad política española, aun habiendo nacido en América. El rey no era un símbolo lejano, sino una presencia sentida y vivida por sus vasallos americanos. Las guerras de Independencia no enfrentaron, como lo adujo la historiografía tradicional, a criollos y peninsulares, sino a miembros de un mismo cuerpo político, quienes por mantenerse leales a la corona o haber nacido en la península, fueron convertidos en enemigos a exterminar, tal como se dispuso en el Decreto de guerra a muerte de 1813, expedido por Simón Bolívar.