Abstract
El mito platónico de Prometeo, con el robo del fuego a los dioses, simboliza el despegue del más apasionante reto de la Humanidad, la aventura del conocimiento. Dédalo con sus ingenios persiguió en vano la estela; y el rapto de Europa por Zeus, no en su vertiente ortodoxa, sino tal como lo representa Bayros, clausura un periplo en pos del bienestar que hoy se muestra tan esperanzador como amenazante. Cuando estamos a punto de realizar el imperativo de Francis Bacon dominando el mundo natural, éste se resiste y rebela dejando al descubierto la fragilidad de la criatura humana. Piqueras como contrapunto esporádico es un testigo del pasado, un aldabonazo en la conciencia. El imperativo tecnológico resume este momento de inflexión en el que nos hallamos: un punto ¿de no retorno?, ante el que la conciencia moral zozobra y que puede marcar el sino de la humanidad doliente. Hasta aquí nos ha traído el apogeo de lo racional, hasta la crisis que todo lo impregna. Si esto es un cuento de Calleja, no acertamos a vislumbrar la moraleja