Abstract
Frecuentemente se asume en los estudios de Platón que su concepción del ἔρως tiene un mero carácter instrumental respecto a la contemplación del bien, la belleza y la justicia; ha sido objeto de debate hasta qué punto los sentimientos y apetitos tienen importancia en su teoría del amor. Podría parecer que para Platón lo verdaderamente importante habría sido el conocimiento, y el amor, en todo caso, sólo entra en la vida porque supone un impulso para la contemplación. Frente a esta interpretación intelectualista del amor propongo una lectura de Platón que interprete el amor, en la línea de Charles Kahn, como una fuerza inscrita en lo más profundo del ser humano. Deseo, contemplación y acción no aparecen como conceptos contrarios, sino como elementos fundamentales de su ética.