Abstract
En este artículo, mediante una investigación de la obra de Lonergan, se pretende ofrecer una explicación del rol de los sentimientos en el dinamismo intencional de la conciencia humana. Los sentimientos son distinguidos en dos tipos, por un lado los estados y tendencias no intencionales, por otro lado, las respuestas intencionales. Los primeros son comunes a los seres humanos y a los animales. Los segundos son propiamente los que constituyen la afectividad humana. Los sentimientos en cuanto respuestas intencionales pueden responder a lo que es subjetivamente satisfactorio o responder al valor. Entre los sentimientos que responden al valor se dan las aprehensiones de valor, las cuales revelan simultáneamente el límite de la integración moral presente y la posibilidad de la autotrascendencia moral. Se ofrece una explicación de la conciencia como trina: cognitiva, volitiva y afectiva que nos invita a dejar atrás tanto la tradición racionalista, en la cual los sentimientos son relegados a un segundo plano, como la tradición voluntarista, en la cual los sentimientos quedan absorbidos por el appetitus natural e intelectual.