Poder y verdad
Abstract
Adiós a los intelectuales Lejos está la época en que se suponía que los filósofos tenían cosas importantes que decir sobre el decurso del mundo, cuando se los interrogaba como depositarios de verdades fundamentales a las cuales el resto de la población no podía acceder sino a través de su palabra. La ilusión platónica del gobierno de los sabios gobernó el imaginario filosófico aún hasta un Husserl de los años treinta de nuestro siglo; ilusión que obviamente jamás se materializó -basada en una infantil e idealizada creencia en la supremacía de "las ideas" y el espíritu sobre la terca materialidad del mundo y de los intereses- pero que sirve para mostrar cuánta fe podía depositarse en el saber de los intelectuales, al punto de que éstos pudieran ocultar su lugar de legitimadores de modalidades de organizaciones políticas establecidas, para au-tosuponerse autores del "fundamento" de dichas organizaciones y, por qué no, directamente para entender que ellas debían tender a un gobierno gestionado por los intelectuales mismos.