Abstract
Sabemos cómo, en las Confesiones, los recuerdos de Agustín y sus reflexiones le presentan continuamente ocasiones de transformar su discurso en una especie de conversación con Dios. Ya el primer capítulo de los Soliloquios nos descubre elevaciones del alma de Agustín. Las obras en que se ocupa de los Donatistas, los disidentes que dividen la Iglesia africana, ofrecen un aspecto muy diferente. Sin embargo, allá también surge espontáneamente una plegaria o una invitación a orar. Estos movimientos v estas exhortaciones están integrados en la predicación, en las cartas y en otros escritos agustinianos, y nuestro santo no se detiene en suscitarlos. Todo ello nos descubre un rasgo fundamental de la fisionomía de san Agustín y un aspecto importante de su actitud frente a los cristianos separados de la comunión católica.