Abstract
En su ética de la responsabilidad argumenta Jonas a favor de un imperativo categórico, pero heterónomo: que la humanidad sea. Según este, habría un deber procreativo de la humanidad. Este deber ya incluiría las condiciones de una vida genuinamente humana. En primer lugar, el artículo sostiene que este imperativo no es capaz de lidiar satisfactoriamente con el desafío impuesto por el problema de la no-identidad, popularizado de Parfit. Si la elección entre dos políticas hoy, implica la no existencia de generaciones en el futuro, o una existencia en malas condiciones o incluso en condiciones de un infierno terrenal, el imperativo de Jonas debiese llevar a escoger la segunda política. Esto es contraintuitivo. En segundo lugar, el artículo sostiene que la integración de los intereses de las generaciones futuras en la ética sí se puede realizar desde una interpretación kantiana. Y finalmente el artículo sostiene que el cumplimiento del deber de que la humanidad sea, puede llevar a violar la autonomía de las personas en el presente en pos de la generación de valor en el futuro.