Abstract
El presente artículo supone una revisión de la pregunta de si hay o no verdades filosóficas y, de haberlas, en qué consisten, qué las hace específicas, distintas a otras verdades. Tras un análisis de las dos tendencias que se presentan como respuesta a tal pregunta, caracterizadas por los pensamientos de Hegel y Schopenhauer el autor afirma y argumenta que no hay verdades filosóficas y además que la filosofías es una actividad impura irreductible a las disciplinas empíricas y formales. Por tanto, concluye el autor que la filosofía no debe ser tampoco la servidora de ninguna otra disciplina o actividad.