Abstract
La lectura que ha recibido Spinoza ha variado de acuerdo con la época y los intereses propios de sus intérpretes. Algunas lecturas, como las de sus contemporáneos, han encontrado en él una fuente de ateísmo radical, mientras el romanticismo lo llamará “el ebrio de Dios”. Estas interpretaciones también permiten hacer juicios sobre las religiones reveladas, es decir, sobre aquellas religiones positivas tales como el cristianismo, el judaísmo o el islam. Una lectura clásica de Spinoza ha denigrado totalmente la religión. En este artículo, sin embargo, propongo mostrar que aquella interpretación es errada, pues Spinoza entiende la religión como una visión de mundo imaginativa que permite, por medio de los afectos, la tradición y la obediencia, la cohesión de la comunidad. La teología, distinta de la religión, será el verdadero adversario de Spinoza. Para cumplir con lo planteado, se analizarán las dos figuras que expresan cada campo social: el profeta y el teólogo. La hipótesis es que el profeta expresa una relación de inmanencia frente a su comunidad, mientras el teólogo se establece sobre la base de una representación trascendente, ejecutando un dominio político de servidumbre y superstición sobre sus fieles.