Abstract
Algunos libros recientes promueven a Alexander von Humboldt como un héroe ambiental desestimando el papel de su compañero de exploración, el botánico Aimé Bonpland, refiriéndose a él con unas pocas frases imprecisas: dejó Europa, se estableció en algún lugar de América del Sur, hizo algo de agricultura. Sostengo que los escritos de Bonpland y sus cuarenta años de desarrollo regional, que su investigación botánica, etno-farmacológica y en conservación ambiental en Argentina y Brasil, presentan un mejor modelo para una ética ambiental que el ascenso a la fama de Humboldt en Europa.