Abstract
El Barrio Inglés de Bella Vista es uno de los parajes más enigmáticos de la ciudad de Huelva. El turista que desee pasar una jornada agradable en el suroeste de España, hará bien en privarse de una mañana de playa para transitar sus calles. La experiencia tiene un halo de exotismo. En medio de una provincia repleta de templos católicos y bloques de pisos, el paseante se verá rodeado de diáfanas hileras de casas victorianas, escoltadas por otros edificios curiosos, como una capilla presbiteriana de bella factura y un cementerio protestante. Tan bucólico enclave enseguida le generará preguntas de índole histórica. ¿Cómo llegó hasta aquí esta Inglaterra en miniatura? Si les consulta a los guías turísticos, estos le compartirán un relato convenientemente amable: todo comenzó con la _Rio Tinto Company Limited_, una empresa que adquirió las minas de cobre de Rio Tinto en 1873 y que construyó el lugar con miras a que le sirviese de morada a sus técnicos y trabajadores. El visitante abandonará el paraje con la impresión de que deja tras de sí la huella patrimonial de una historia de progreso compartido, de crecimiento económico y de modernización sociocultural. Lo que no sabe es que el Barrio Inglés de Bella Vista es el testimonio de un pasado mucho más complejo y mucho menos amable de lo que es perceptible en la inmediatez de su paisaje. Tal pasado oculta una relación desigual de subordinación comercial, financiera y geoestratégica. Una relación que puso a la Monarquía española parcialmente a merced de los intereses británicos. El libro _Britain’s Informal Empire in Spain, 1830–1950_, de Nicholas Sharman, nos descubre con asombrosa clarividencia y sistematicidad, las claves de este fenómeno.