Abstract
Como imperturbables representantes de la teología cristiana, Santo Tomás y Leibniz adhieren prima facie a la tesis según la cual el mundo es una creación divina a partir de la nada (creatio ex nihilo), elevando esta verdad a la categoría de misterio o milagro de la religión. Pese a que el mismo Leibniz invoque la autoridad de Santo Tomás para circunscribir la creación del mundo en el contexto de la Revelación, el estatus epistemológico de las pruebas o argumentos sobre cuya base ambos justifican la tesis de la creatio ex nihilo es diferente: mientras que el aquinate reconoce que, habiendo sido creado de la nada, el mundo podría haber sido eterno -con lo cual Santo Tomás apunta a preservar intacta la omnipotencia de Dios-, el polímata alemán piensa de manera diferente, a saber, que no es racionalmente demostrable que el mundo existente o actual no sea, en efecto, eterno. De hecho, en ciertos pasajes, Leibniz sugiere que el mundo, en vez de ser el resultado de una creación, puede ser concebido como una eterna emanación divina. Sobre la base de diversas piezas textuales de ambos autores, nuestro propósito consiste en esbozar un estudio comparativo que examine inicialmente la manera en que Leibniz, apoyándose en la autoridad de Santo Tomás, concibe la creación divina del mundo al interior de su metafísica teológica (sección 1) con el objeto de analizar retrospectivamente, en una segunda etapa, la doctrina creacionista de Santo Tomás (sección 2), para así determinar si, finalmente, ambos sostienen o no una doctrina filosófica coincidente acerca de la creación en el plano metafísico-teológico (sección 3).