Abstract

Vivimos en un mundo en el que visitar un museo, escuchar música o leer se ha convertido para muchos en algo corriente. Lejos quedan ya otras épocas en las que solo una minoría podía leer libros o asistir a grandes conciertos. Estamos acostumbrados a movernos en entornos en los que entrar en contacto con realidades artísticas resulta algo relativamente fácil y accesible. Sin embargo, si nos parásemos a reflexionar acerca del verdadero significado del arte, de su ser y naturaleza intrínseca, muchos serían los sorprendidos por no tener una respuesta clara y concisa a tal cuestión, puede incluso que si conociésemos realmente su cometido le dedicásemos más tiempo a contemplar y a disfrutar las obras existentes. Intentar acotar, definir y enmarcar lo artístico, no es cuestión baladí. Acotar el concepto de arte nos permite entrar en contacto con lo sublime, con aquello que necesitamos, pero no sabemos en qué medida ni cómo atraparlo. El rápido acceso técnico o tecnológico no está proporcionalmente relacionado con el interés artístico. Muchos son los que esperan el momento de su jubilación para poder disfrutar del arte, otros, sin embargo, frecuentan ámbitos culturales para proyectar sobre los demás una imagen concreta de sí mismos, más allá de sus intereses personales, y hay quienes simplemente piensan que el arte no va con ellos porque sus vidas son demasiado activas y no les interesa invertir ni su tiempo ni su dinero en algo que requiere reposo, calma. Algunas personas consideran que el arte es una cuestión puramente decorativa; tener libros, obras o discos adorna, hace las estancias más hermosas, tratándose aquí el arte de un elemento puramente ornamental. En el último grupo situamos a los interesados realmente por estas cuestiones, teóricos y prácticos, creadores o no creadores que buscan en el ámbito artístico aquello que no encuentran en sus propias vidas o, simplemente, lo que las nutre profundamente. Pero ¿qué es una obra de arte? y ¿en qué consiste? La pregunta artística es una pregunta antropológica, filosófica. Para comprender el arte hace falta ir más allá de lo aparente, de lo concreto, necesitando así de la fenomenológica, donde lo importante consiste en la relación que establecemos con lo que nos interpela como sujetos. Comprendiendo la verdad de una composición, si la composición es propiamente artística, estaremos comprendiéndonos a nosotros mismos. En esta línea analizaremos el pensamiento del polaco Roman Ingarden y su propuesta concreta en torno a la obra de arte literaria como fundamento de la estética moderna. Perseguimos así una comprensión artística promoviendo su anatomía esencial, su ontología y epistemología dentro de la teoría literaria.