Abstract
En este artículo nos proponemos exponer, a partir de los límites conceptuales encontrados a los planteamientos arqueo-genealógicos de Michel Foucault, la posibilidad de plantear, en dos momentos –arqueo-genealógico y gubernamental–, una “ética de la insubordinación reflexiva”. Es decir, una “ética de la libertad inmanente” al débil que al decir su palabra, denuncia y al denunciar cuestiona al tirano y su mundo al habar y actuar con –y por– los otros. Esta ética de la intersubjetividad planteada como una ética de la insumisión concertada, crítica y deliberada, pensamos, puede derivar de ciertas “condiciones enunciativas” encontradas en las dos últimas investigaciones concernientes al “decir veraz” o el “hablar franco” expuestos en El gobierno de sí y de los otros (1982-1983) y El coraje de la verdad (1983-1984).