Abstract
Por la encrucijada que la figura de Søren Kierkegaard supone en la historia del pensamiento, siendo comúnmente considerado como gozne entre el idealismo y las filosofías de la existencia, entre la creencia en un espíritu objetivo y la reivindicación subjetivista que halla acomodo en el agitado siglo XX, parecería obligado identificar y aislar la cuestión propiamente filosófica, en el seno de una producción tan peculiar como la suya. Una producción abundante en incógnitas, pistas falsas y autores ficticios, con preocupaciones que pertenecen a ámbitos contrastados, de la estética a la teología. Por su problematicidad inherente, el concepto de ambigüedad -que él mismo tematizó- puede entenderse clave en la aproximación crítica a su obra, como verdadero “contra-concepto”.