Abstract
Un pequeño grupo de vasos apulios de la segunda mitad del siglo IV a.C. representan el descenso de Orfeo a los Infiernos, su llegada ante el palacio de Hades y Perséfone, donde logró con su canto conmover a los dioses infernales. El programa iconográfico de estos vasos, pleno de relatos míticos y de enseñanzas religiosas destinadas a proporcionar consuelo y esperanza de vida más allá de la muerte, nos permite conocer el imaginario del reino subterráneo y a esta figura religiosa que intercede ante los dioses del inframundo para obtener de ellos la salvación de los mortales, su ingreso en un allende beatífico y paradisíaco.