Abstract
Los efectos neolamarckianos, más allá de cuál sea su soporte estructural, son incapaces de explicar la evolución adaptativa; aunque, en algunos casos, ellos sí puedan ser un mecanismo interviniente en dicho proceso. Los efectos neolamarckianos, si ocurren, siempre deben quedar sometidos al control de la selección natural. Valiendo para ellos lo que vale para cualquier variación hereditaria que pueda surgir al interior de una población; sin importar si esas variaciones son genéticas o epigenéticas. Por otra parte, por sí solos, dichos efectos sólo pueden generar cambios evolutivos muy limitados. En lo que atañe a esos asuntos, el recurso a la herencia epigenética no cambia los términos del problema con el que Darwin se enfrentó cuando enunció la Teoría de la Selección Natural.