Abstract
En el artículo se expone la crítica de Herbert A. Simon a los dos supuestos básicos de la noción neoclásica de “agente”: la racionalidad perfecta y el interés propio. Se muestra cómo Simon criticó ambos supuestos al reconocer que las capacidades cognitivas de los agentes son limitadas, mostrando que existen problemas específicos que no tienen soluciones óptimas y que hay otras motivaciones irreducibles al interés propio, como la lealtad y la identificación grupal, que son fundamentales para entender el comportamiento de las organizaciones. Se muestra cómo Simon apuntó hacia una noción de “racionalidad” históricamente acotada por la interacción del agente con su entorno, lo cual presenta una visión compleja y dinámica del comportamiento humano. Sin embargo, el artículo también muestra las dificultades que tuvo Simon para lograr la realización plena de este proyecto al asumir un supuesto de cognición individualista que le impidió dar un papel más sustantivo al entorno en la estructuración del comportamiento de los agentes. Se termina mostrando cómo la noción de “hábito” puede dar un papel más sustantivo al entorno para desarrollar así una concepción históricamente acotada de la racionalidad.