Abstract
El propósito del siguiente artículo consiste en elucidar algunos aspectos de la dinámica intersubjetiva de la expresión y el reconocimiento del dolor ajeno. Para ello se ha acudido a la noción artística de encarnación, presente en la tradición teatral moderna del realismo psicológico, en contraposición con su reinterpretación contemporánea en el arte de acción o performance. Mientras que en el primer caso la encarnación escénica del dolor remite a la encarnación de un personaje doliente, que implica un proceso de descorporización, la encarnación performativa del dolor puede definirse, a la inversa, como un proceso de corporización de la vulnerabilidad. De la descripción y contraste de ambas propuestas dramáticas surgen interesantes consideraciones acerca de los posibles desajustes o desconexiones en el circuito intersubjetivo del dolor, así como también una comprensión de la retórica del dolor como estrategia de comunicación en la sociedad hipertecnológica.