Abstract
Los primeros filósofos fueron muy conscientes de la novedad que introdujeron en la forma de relacionarse con el mundo, a saber, un cambio en la mirada que se alejó de lo próximo e inmediato, para dirigirse contemplativamente hacia el todo. Del predominio que la visión tenía en la lengua griega, surgieron términos y metáforas como la de la ceguera de los mortales, que no sólo ilustran el contraste entre el modo de vida cotidiano y el filosófico, sino que también lo dramatizan como la vieja anécdota sobre Tales. ¿Por qué, tanto ayer como hoy el filósofo es motivo de risa para la mayoría, mientras a sí mismo, se considera más bien objeto de la envidia de los dioses?