Abstract
Adorno considera que el injusto dolor físico e individual producido por el sistema de dominio ha sido ocultado y silenciado por la filosofía de la identidad hegeliana, por una parte, y por la industria cultural, por otra. Al contrario, Adorno cree que es necesario darle voz, porque esa conciencia, como resistencia que es, es la única esperanza utópica de salvación que tiene la humanidad. Esto es politizar el dolor. Hacerlo es la tarea que asigna al arte auténtico y a la dialéctica negativa.