Abstract
Los recientes avances en biofísica experimental –el desarrollo de técnicas de detección química ultrasensibles, como la espectroscopia de masas por transferencia de protones, la espectroscopia fotoacústica y la detección de señalización eléctrica – han mostrado que también las plantas exhiben una especie de “anima”: detectan, reaccionan comunican. Los documentales elaborados sobre la vida social de los animales sensibilizaron a la opinión pública sobre las similitudes entre las sociedades humanas y las manadas de animales. Esto crea una seria confusión cultural: ¿los seres humanos difieren, desde el punto de vista biológico, del resto de la naturaleza "animada"? Una solución proviene de Aristóteles, quien definió los tres tipos de anima justo en los albores de la ciencia humana. Exploramos entre las ciencias naturales, la antropología, las neurociencias y la filosofía, incluida la ética, para mostrar cómo los anima humanos difieren de los demás, incluidos los prehumanos, y, por lo tanto, argumentamos que adquiere atributos únicos para ser un alma.