Abstract
El ingreso a la universidad supone para los estudiantes un cambio en su ritmo de vida y en la manera en que ellos afrontan los nuevos aprendizajes que se les propone, dado que la universidad presenta una exigencia académica mayor a la que estaban acostumbrados; la transición de la escuela secundaria a los estudios superiores exige además dominar estrategias, textos y prácticas. La universidad presupone que los estudiantes que ingresan a ella han desarrollado ya esas estrategias, puesto que los textos que se leen exigen al estudiante poner en juego procesos mentales diferentes a los utilizados en la educación secundaria, además de conocimientos previos específicos. Esta situación enfrenta a los estudiantes a diferentes tareas y manejo de información de tipo académica, que no siempre están en condiciones de comprenderla, manejarla, procesarla y trabajarla. Y si bien es cierto, que son ellos los co-responsables de adquirir y desarrollar altos estándares de lectura y escritura de orden académico, buena parte de los alumnos no consiguen superar ese desafío, puesto que aún no son autónomos para lograrlo.