Abstract
El presente artículo pretende subrayar la relevancia de una tradición menor en la reflexión estética que ha intentado pensar el ritmo más allá del patrón del tiempo secuencial, como una potencia intensiva capaz de contaminar la variabilidad del flujo temporal y la estaticidad de la forma. En esta tradición, se vuelve inoperante la dicotomía de imagen y sonido, de figura y movimiento, y se abre la brecha para considerar el ritmo como potencia con-figurativa. Pasando por Chladni, Novalis, Benveniste y Tarkowski, el artículo indica las apuestas de una consideración visual del ritmo y los rasgos para una estética capaz de superar la dicotomía de figura y sonido.