Abstract
Una larga tradición le atribuye a Sócrates la preocupación por transformar la vida de quienes dialogan con él; atribución que se opone a la imagen, rastreable en los Diálogos de Platón, de su fracaso al momento de influir en la vida de sus interlocutores más recalcitrantes. Para disminuir esta tensión y, con ello, disolver la impresión de dicho fracaso, se examinan elementos de la representación platónica del élenchos en favor de la idea de que Sócrates no busca convertir a los demás. Al final, se añade una crítica al optimismo con que Pierre Hadot sí le adjudica la función de agente de conversión.