La irrupción de la inteligencia artificial, la consecución de los objetivos de inclusión, igualdad o de sostenibilidad económica, plantean en las sociedades occidentales diferentes alternativas de actuación educativa. Este nuevo entorno que habitamos ha provocado también una evolución en los desafíos éticos que se presentan en el mundo de la educación caracterizados por la complejidad de su resolución y por la pluralidad de escenarios y protagonistas involucrados en los mismos. Cuestiones referentes a ¿cómo posicionar al profesor ante la posibilidad del (...) aprendizaje y evaluación automatizada?, ¿cómo implementar el principio de no discriminación educativa en un aula en la que conviven alumnos con diferentes capacidades, habilidades e intereses?, ¿cómo replantear nuevos hábitos de vida en pro de la sostenibilidad planetaria?, ¿cómo integrar la enseñanza de los valores constitucionales del siglo XX con el progreso moral de la sociedad del siglo XXI? constituyen la hipótesis de partida. Se afirma por tanto, que la educación debe abrirse a otras cuestiones, relativamente novedosas y de origen tecnológico, político o económico, que trascienden ese horizonte e impactan directamente en ella, concretamente desde el punto de vista de la ética educativa. Se establece una análisis de los desafíos actuales y su prospectiva en el campo de la ética de la educación y se establecen tres nuevas categorías en el campo de estudio: triaje, digitalización y nuevos actores. (shrink)