Abstract
La crítica kantiana de la teología racional parece poner al argumento a contingentia mundi de Leibniz ante un dilema. Si, en la determinación de los atributos del ente necesario, la prueba procede por meros conceptos, afirma al ser necesario como el ser divino, pero al precio de cometer el mismo error que, a juicio de Kant, invalida al argumento ontológico. Si, en cambio, el razonamiento procede ateniéndose a la experiencia, entonces no consigue establecer el carácter divino del ser necesario y, por lo demás, incurre en el principal fallo que Kant denuncia en la prueba físico-teológica. Un examen cuidadoso de la formulación de la prueba a contingentia mundi de Leibniz muestra que, en verdad, el argumento escapa a semejante dilema.